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Relato escrito por Scarlett. Hilo original aquí.



La noche se cernía sobre un oscuro bosque; el silencio se veía interrumpido por fuertes aullidos. En la inmensidad, una pequeña elfa de sangre corría desesperada por salvar su vida. La elfa, de una estatura media y pelo rojo como la sangre miraba con terror a su espalda, mientras sujetaba los resto de su toga desgarrada. Un aullido de dolor surgió de sus labios cuando notó un fuerte mordisco en su costado. Cayó desplomándose en el suelo, mientras trataba de huir como podía.

La manada rodeó a la pequeña elfa, las nubes dejaban ver la gran luna llena que había esa noche y pudo verlos con claridad; un grupo de huargen, unos cuatro o cinco. El dolor no le dejaba pensar con claridad. Intentó arrastrarse lejos de ellos pero no lo consiguió. Uno de los huargen se abalanzó sobre ella; apresando su pierna y arrastrándola mientras gritaba, sin embargo nadie vendría a salvarla.

Solo pudo sentir dolor, a cada mordisco en su pálida piel la cual se tenía de rojo. Gritaba y se revolvía pero todo era inútil; un leve fulgor verde tiñó sus ojos, antes de color oliva y ahora tan verdes como viles. Su cuerpo emanaba magia vil de tal forma que los huargen fueron lanzados lejos de ella. Ellos gruñían y se retiraban entre lastimosos quejidos.

Un silencio sobrecogedor se adueñó del bosque, ella se levantó como pudo, pues su vida pendía de un hilo muy fino. Los animales se apartaban a su paso, solo pudieron ver una figura, con los ojos brillando intensamente y tiñendo el verde bosque de rojo. Cayó una y otra vez, pero no se rendía, seguía levantándose, seguía luchando.

Pasaron las horas, los días, ella aguardaba su muerte, que nunca parecía llegar. Las fuerzas le fallaban, ya no podía más. Sucumbió a pensamientos oscuros, a rezos desesperados, a cualquier fuerza que pudiera salvar su vida, fuese esta buena o mala. Cuando cayó la noche de su sexto día, llegó a un pequeño pueblo, el cual parecía ser de procedencia orca. Los aldeanos contemplaron aterrados a la figura de la elfa, totalmente ensangrentada y sus ojos emitían una luz de un intenso verde vil. Ella pidió ayuda, pero nadie le respondía, huían de ella y solo unos pocos se acercaban para echarla del lugar.

Derrotada y humillada se desplomó; sentía como la vida la abandonaba, todo se tornó negro.

-Madre…Padre...Athalion…- Parecían ser sus últimos pensamientos hasta que escuchó una voz femenina en su cabeza.

-He escuchado tus suplicas, te daré la oportunidad de vivir, úsala bien...

Sintió como la energía vil recorría cada parte de su ser y las heridas empezaron a cerrarse lentamente; aunque las cicatrices no desaparecerían nunca. Se levantó lentamente con una sonrisa sádica y perturbadora y se dirigió al pueblo que la repudio, perdiendo el control. Acabó con todos ellos; la sangre impregnó por completo sus harapientos ropajes. Ella permaneció en el centro del poblado, fuera de sí contemplando con orgullo la macabra obra realizada. Una sonrisa cruel se dibujó en sus labios, rojos como la sangre que la cubría.

Desde aquel día seria conocida como la bruja escarlata.

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