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Alnih caminaba una vez más perdido por los largos corredores de la abadía. Bien era cierto que hacía apenas menos de un día que estaba en la gran Abadía de Villanorte, pero no saber orientarse no le ayudaba nada a poder encontrar su habitación, con tantos pasillos, salas y puertas se le hacia un mundo. Una vez más, Alnih se encontraba en el centro de la abadía donde solían poner a rezar a la Luz numerosas personas, la verdad es que ese lugar era amplio y hermoso, era normal que quisieran rezar allí, además de que el silencio ayudaba a la concentración de las oraciones.

Soltando un suspiro Alnih se llevó las manos a la nuca y alzo la cabeza observando el alto techo del lugar el cual mostraba una decoración que cautivaba todas las miradas de quien pasara por allí. Alnih volvió en sí agitando la cabeza de un lado a otro centrándose de nuevo en lograr encontrar su habitación, a suertes eligió otras escaleras y subió los peldaños hasta llegar a una amplia sala iluminada por tres enormes ventanales y un agujero cuadrado en el centro de esta. Alnih suspiró, pues nuevamente se había equivocado de lugar y había terminado en a saber dónde. Observó con detenimiento la sala, parecía un trastero, pues numerosas cosas estaban bien amontonadas junto a las paredes con la intención de que no molestasen y en el centro de la sala había una plataforma con escalera donde en el centro de esta colgaba una cuerda de la obertura cuadrada del techo. Alnih con cuidado se aproximó a la plataforma y miró lo que había en la obertura, se trataba de una campana grande, eso le ayudó a Alnih a deducir que se encontraba en lo más alto de la abadía, en el campanario. La verdad es que ahora se explicaba el porqué de tantos escalones a la hora de subir las escaleras.

Alnih decidió salir del lugar, pues no sabía si ese lugar estaba prohibido y no deseaba tener problemas el segundo día a su llegada, se dio la vuelta para dirigirse a las escaleras y en ese mismo momento se encontró de cara con un hombre que apoyado en el marco de la entrada miraba a Alnih. Este observo al hombre, su pelo canoso y sus arrugas daban por hecho que aquel hombre era de una edad avanzada, y sus ropajes sacerdotales dejaban claro que era uno de los sacerdotes de la abadía, ambos compartieron un momento miradas en silencio y Alnih al sentí que había metido la pata se freto la nuca mirando al suelo sonrojado al sentir la vergüenza por la situación en la que se había visto, el anciano sonrió negando con un cabeceo y se aproximó a Alnih deshaciéndole el pelo como gesto amistoso.

-No suelo tener visita aquí arriba, pocos suelen subir al campanario, como veos no hay mucho que observar, al menos aquí dentro- El sacerdote mientras le hablaba subía las escaleras de la plataforma, Alnih alzó la cabeza mirando al anciano frotándose los mofletes sonrojados con las manos.

-Creo no haberte visto nunca por aquí, joven, Soy el hermano Neals, me ocupo de dar las campanadas a su hora punta, ni un minuto más, ni uno menos. ¿Cómo te llamas tú, joven?- Neals sacó su reloj de bolsillo, lo guardó y guiándose por él cogió la cuerda con ambas manos y tiro con fuerza haciendo sonar el agudo repiquete de la campana, una vez dejando por entendido que era la una de la tarde.

-Uhm…Bueno…Me llamo…Alnih- Neals sonrío y bajo las escaleras de la plataforma.

-Un placer joven Alnih. Veo que eres tímido, mejor, se suele decir que los tímidos suelen tener un temple excelente a la hora de presentar batalla- Alnih se encogió de hombros, la verdad es que era la primera vez que le habían dicho eso, puede que tuviera algo de verdad, quien sabe. Neals sonrío y volvió a deshacerle el pelo a Alnih.

-Uhm…Bueno…Siento haberte molestado…Sera mejor que baje- Alnih dio las espalda a Neals en dirección a las escaleras, cuando se disponía a bajar las la mano de Neals se posó sobre el hombro derecho de Alnih, este giró la cabeza mirando a Neals soltando su común coletilla interrogativamente.

-Perdona joven ¿Podría pedirte un recado? Ando un poco atareado para ir a Villadorada por mí mismo- Alnih rápidamente accedió a realizar ese recado, lo que fuese por ayudar así que siguió escuchando a Neals para saber que tenía que hacer.

-Veras, necesito que vayas a Villadorada y me traigas cinco barras de pan. Toma, aquí tienes el dinero necesario, no tengo prisa así que tomate el tiempo que necesites- Neals se metió la mano en uno de los bolsillos de la toca y le tendió unas cuantas monedas de cobre y Alnih las cogió asintiendo con la cabeza guardándoselas en el bolsillo.

-Uhm…Iré…Enseguida señor- Neals asintió sonriendo ampliamente mostrando su dentadura la cual tenía ya una abundante falta de dientes por los años.

-Ve con la Luz joven, estaré por aquí para cuando vuelvas, como es de costumbre- Neals tras despedirse se dirigió a un ala de la sala y Alnih raudo bajo las escaleras del lugar en dirección a Villadorada. En mitad del pasillo Alnih se detuvo y miro alrededor, había notado una extraña presencia a su alrededor, como si le observaran, miró a ambos lados del pasillo y al no ver nada ni nadie decidió quitarle importancia y seguir su camino.

Alnih salió al fin del Valle de Villanorte y a mitad camino, a unos metros delante de él, pudo divisar a una figura humana que descansaba apoyada en una de las vallas del camino, seguramente estaría cansado de portar las dos grandes bolsas que descansaban en el suelo junto a él, Alnih se aproximó con intención de ayudar, se trataba de una anciana.

-Uhm…Perdone señora… ¿Necesita ayuda con las…Bolsas?- preguntó al Alnih mientras la señora alzaba la mirada mirándolo, la señora sonrío ampliamente produciendo así que las numerosas arrugas de su piel se hicieran más notorias y asintió con la cabeza.

-Seria de mucha ayuda joven, pero…Lamentablemente estas bolsas pesan mucho y no sé si podrás con ellas- Alnih se encogió de hombros y cogió ambas bolsas ¡Por la Luz, como pesaba! ¿Qué debía contener esas bolsas, piedras? Alnih acomodó las bolsas cogiéndolas en brazos en vez de por las asas y esperó a que la anciana le indicara hasta donde llevarlas.

-Muchísimas gracias joven, mi casa no queda muy lejos de aquí, acompáñame- Alnih asintió y siguió a la anciana.

Llevaban ya más de media hora andando, hacía tiempo que habían cruzado Villadorada y a Alnih se le estaban durmiendo ya los brazos por el peso de las bolsas, pese a lo cansado que estaba, daba gracias de haberse encontrado a la anciana, pues con semejante peso la pobre señora a saber cuánto habría tardado en llegar a su casa, o quien sabe, quizás era más ruda que Alnih y era capaz de llevar mejor las bolsas que él.

Y por fin, entre el camino de Villadorada y la capital llegaron a una pequeña casa donde se suponía que vivía aquella anciana, Alnih dejo las bolsas donde le indico la señora, y tras esta darle varias veces las gracias y ofrecerle un bollo hecho por ella, se despidió amablemente de ella y volvió por donde había venido para volver a Villadorada, pues aún tenía que ir a hacer el recado de Neals.

Mientras caminaba por el camino en dirección a Villadorada, sus brazos iban recuperándose del duro esfuerzo al que se habían visto sometidos, no logro saber que llevaba la señora en las bolsas, ni era de su importancia saberlo, pero seguro que la compra de esta semana no era, tras acabarse el bollo que le dio la anciana, y así llenar un poco el vacío del estómago, por fin llegó a Villadorada. Entro en una posada y pidió las barras de pan que el hermano Neals le pidió y tras pagar el pan, se dirigió de nuevo a Villanorte a terminar el recado.

Ya casi en la salida del pueblo, Alnih se encontró con un hombre de pelo moreno y bastante descuidado, con ojos castaños y mirada triste, su ropa andrajosa y embarrada daba por hecho que era un pobre vagabundo, estese acercó a Alnih al verle con las barras de pan en sus manos.

-Por favor, dame algo para comer amale chico, te lo suplico- Le dijo rogándole, hasta el punto de dejarse caer en el suelo con las manos en alto, Alnih miró al hombre apenado, debía estar pasándolo muy mal para llegar hasta el límite de arrastrase por el suelo a cambio de como mínimo una miga de pan. Alnih miró por un momento las barras de pan ¿Qué debía hacer? Sí, era cierto que el dinero con que pagó el pan, y a quien estaba destinado no era el suyo… Pero tampoco podía dejar a ese pobre hombre que siguiera muriéndose de hambre al menos por esa semana, no si él podía cambiarlo. Así pues, Alnih cogió una de las cinco barras de pan y se la dio entera al vagabundo, este abrió los ojos de par en par y la cogió rápidamente dándole un buen mordisco a la punta, tras saborear el pan con algún ruido de gusto como si de miel se tratase, abrazó a Alnih como si fueran amigos de toda la vida, hasta el punto de aplastar a Alnih entre sus delgados brazos.

-Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias- Repitió el vagabundo una y otra vez mientras abrazaba a Alnih entusiasmado al tener en sus manos aquella barra de pan. Alnih sonrío ampliamente, le encantaba ver a la gente feliz, y en una persona en que la Luz le estaba poniendo a prueba muchísimo más, pues la felicidad es lo último que se ha de perder.

El vagabundo soltó a Alnih y tras despedirse y darle dos besos como quien no quiere la cosa en las mejillas, se fue feliz en dirección al pueblo casi trotando. Alnih tras ver alejarse al vagabundo, continuo su camino a Villanorte, sabía que había perdido una barra de pan de cinco que le había pedido, pero no podía dejar a ese pobre hombre sin comida, no se habría sentido bien Alnih si lo hubiese dejado un día más sin comer, también esperaba a que Neals lo pudiera entender.

Por fin llegó Alnih a Villanorte, entró en la abadía y tras dar nuevamente numerosas vueltas, pues otra vez se había perdido, encontró las escaleras para subir al campanario, allí arriba se encontró con Neals quien parecía esperarle, pues estaba sentado en las escaleras de la plataforma con una amplia sonrisa en su rostro.

-Hola de nuevo joven Alnih, veo que me has traído lo que te pedí- Alnih asintió frotándose la nuca y se aproximó a Neals.

-Uhm…Sí…Pero lamento que solo traiga…Cuatro- Dijo Alnih mirando al suelo esperando la regañina de Neals, pero para asombro de Alnih eso no sucedió.

-Lo se joven, te he estado observando durante el viaje- Alnih alzo la mirada extrañado, ¿Cómo había sido eso posible?, no vio a nadie durante el viaje.

-No preguntes como, pero la cuestión es que me has asombrado, si te envíe a por este recado no fue por que necesitase el pan, como habrás visto, en la abadía nos traen suministros desde Ventormenta- Si eso era cierto, no entendía por que le mando a por el pan, Alnih se rasco la nuca totalmente desconcertado. Neals se rio al ver la cara que estaba poniendo Alnih.

-Veras, esto ha sido en cierta manera, tu primera prueba como futuro paladín, pues vivirás muchas más. Quería ver tu Respeto, tu Tenacidad y tu Compasión, y la verdad es que me has asombrado- Nelsa sonrío y se puso de pie mientras Alnih le seguía con la mirada en silencio.

-Has demostrado tu respeto a los demás, hablando educadamente y sin faltar en ningún momento al respeto con tus palabras. Has demostrado tu tenacidad al llevar las bolsas de aquella señora hasta el final sin protestar, hasta llegar a la casa de la anciana pese a que el peso era excesivo y el camino largo. Y también has demostrado tu compasión, al entregar una barra de pan a un pobre vagabundo hambriento pese a que podías haber pasado de él y entregar las cinco barras como te pedí- Alnih se quedó atónito ¿Cómo leches sabía todo eso el sacerdote? Neals sonrío y despeino el pelo de Alnih mientras le cogía las barras de pan de la mano.

-Bienvenido a la Abadía de Villanorte joven Alnih, si sigues este camino llegaras a ser algún día un gran paladín, ve a descansar, te lo mereces- Alnih asintió y tras despedirse de Neals bajo las escaleras en busca de su habitación, suspiro mientras rezaba por no tardar mucho en encontrar, estaba cansado de tanto viaje.

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