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Defensa de la Gran Puerta de Mulgore
Imagen de Defensa de la Gran Puerta de Mulgore
Información de la Batalla
Fecha 02/07/2013
Lugar Baldíos del Sur
Resultado Victoria decisiva de la Horda Rebelde
Beligerantes
Horda Rebelde
Horda de Grito Infernal
Comandantes

Trasfondo:[]

Mientras pasaban las horas y los rebeldes recorrían kilómetro tras kilómetro en su viaje del Paso del Espolón a Mulgore a través de una senda que transitaba por lo alto de una cadena de cerros, divisaban con mayor intensidad la columna de polvo que alguien o algo estaba levantado, y que se aproximaba cada vez más a las puertas de Mulgore. Contemplaron también desde lo alto las inmensas llanuras de los Baldíos del Sur, sus mesetas y áridas colinas; la sabana, los gruesos e imponentes baobab pero también podían ver la desolación de la guerra; no ya tanto la que había causado la rebelión, sino la del paso del ejército de Garrosh cuando marchó contra Theramore. Todavía había señales de los destrozos. Los Baldíos en general, tanto los del norte como los del sur eran la viva imagen de la devastación y de la crueldad de la guerra. Según avanzaban a su destino, podían distinguir con claridad el sonido de una fuerza militar en marcha – probablemente la que causaba el levantamiento de polvo – junto al tocar de cuernos de batalla.

Texto de la batalla:[]

La larga marcha llegó a su fin cuando el grupo rebelde llegó a la Gran Puerta. Fue en ese momento cuando contemplaron sorprendidos cómo varias unidades de kor’kron se detenían ante las murallas taurahe y colocaban la artillería. Eran más de cien orcos; mientras que los defensores de los portones no superaban los cincuenta. El ensordecedor ruido de los tambores marcando el ritmo, junto a las espadas y hachas metálicas orcas que hacían sonar con fuerza para amedrentar a sus rivales aplastaba el silencio y la calma de la zona. La tensión era cada vez mayor mientras que los rebeldes a toda prisa se sumaban a la defensa de la puerta uniéndose a los guardias en la zona alta de la muralla, donde había ocho balistas dispersas por toda el área. El comandante garroshista arengó a sus tropas y ordenó que disparasen una de las catapultas que traían; cuyo proyectil chocó contra la parte inferior de la barrera tauren, sin causar daños significativos. La facción rebelde contestó con el lanzamiento de dos balistas; una de las cuales cayó en un grupo lateral de kor’kron que sufrió algunas bajas.

Tras el intercambio de disparos el comandante kor’kron ordenó a una primera oleada cargar contra el muro, llevando escalas con ellos para trepar. Unos cuarenta orcos garroshistas se dividieron en dos zonas; unos veinte fueron a la parte de la Gran Puerta defendida por cincuenta tauren mientras que otra veintena alcanzó la zona donde estaban los trol kalari y la Venganza del Sol. En la última parte los defensores lograron impedir que los orcos colocasen las escalas y frustraron el intento de dos goblin suicidas cargados con bombas abrir una brecha en la barrera; rechazando a los invasores. Sin embargo, en el área tauren los orcos lograron trepar la tapia y se sucedió un combate cuerpo a cuerpo en el que si bien esa primera oleada fue destruida, perdieron la vida dieciséis tauren.

La primera oleada de kor’kron fracasó, aunque había conseguido desgastar la zona protegida íntegramente por tauren. Quedando alrededor de sesenta efectivos garroshistas más alguna máquina de guerra aún con munición el comandante magh’ari que servía al Jefe de Guerra ordenó que se disparasen un lanzavirote y otra catapulta. La artillería de la garroshía impactó certeramente en la zona rebelde, causando daños en la muralla de madera, que quedó astillada en una parte e hirió a los sublevados con los trozos que salieron despedidos por el impacto. La réplica de la rebelión no se hizo esperar, y con más fuego cruzado acabaron con la vida de una decena de garroshistas y un lanzavirotes junto a los técnicos que los manipulaban.

Una vez las máquinas de guerra se habían quedado sin munición, el comandante kor’kron ordenó la segunda y definitiva oleada de ataque con los cincuenta y ocho efectivos que aún le restaban. Dividiéndose nuevamente en dos partes: la de los defensores tauren y la de los rebeldes, consiguieron en esta ocasión colocar escalas – aunque tres fueron arrojadas al vacío con sus respectivos escaladores – efectivamente y trepar a ambos lados. En lo alto de la muralla el combate se volvió más feroz y bárbaro. Los golpes, cortes y embestidas se hacían cada vez menos disciplinados y organizados, sino que pasaron a ser bestiales, primitivos y caóticos. En la zona rebelde varios de ellos cayeron heridos y fueron retirados por otros defensores hacia la parte inferior de la Gran Puerta donde se encontraban chamanes sanadores que se encargaron de ellos.

La escaramuza más encarnizada se daba en la parte tauren, donde varios cadáveres tanto de shu’halo como de orcos se amontonaban y entorpecían el combate. Algunos de ellos cayeron por la muralla, mientras que otros rodaban escalera abajo. Cuando en la parte rebelde ya se había acabado con mucha dificultad con los invasores, en la otra aún se debatían nueve tauren supervivientes contra seis kor’kron que todavía aguantaban. El combate de inclinó a favor de los guardias taurahe cuando recibieron refuerzos desde la otra parte de la muralla por parte de los rebeldes, que ayudaron a finiquitar a los asaltantes garroshistas.

El asalto a la Gran Puerta había finalizado. Las defensas tauren habían sufrido mucho, perdiendo más de cuarenta efectivos junto a daños en las infraestructuras por la artillería del enemigo. No obstante, se había conseguido repeler al invasor y dar muerte a un centenar de orcos y goblin que luchaban por el Jefe de Guerra. La victoria era de la rebelión, aunque fuese más bien pírrica que abundante. En la madrugada, sacerdotes y chamanes taurahe comenzaban a amortajar a los caídos para darles un digno funeral el jueves en el poblado Pezuña de Sangre, al cual fueron invitados los rebeldes que habían colaborado decisivamente en el triunfo de los defensores del portón.

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