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Diaco Lobslide
Imagen de Diaco Lobslide
Información del personaje
Servidor Los Errantes
Apodo McTuerto
Título Exmariscal de Campo Ojobruno
Género Masculino
Raza Huargen
Edad 27
Clase Mercenario (pícaro)
Alineamiento Caótico bueno
Ocupación Mercenario, explorador y aventurero
Lugar de nacimiento Villadorada
Residencia Draenor
Afiliación La Compañía del Este
Estado Vivo

Trasfondo[]

Hijo de madre fallecida en el parto y padre borracho. Nació en la Ciudad de Ventormenta, rodeado de la nada. El fallecimiento de su madre causó un profundo trauma en su padre, quien por tanto se entregó todavía más a la bebida. Según él, Diaco era el responsable de la muerte de su mujer, así que repudió de él todo lo que pudo. No lo aceptaba como hijo, y si no lo abandonó fue para no crearse más problemas. Pero Diaco era consciente de ello, y no quería vivir con alguien que le odiaba por algo que no hizo, así que cuando cumplió los trece años abandonó su hogar, y acudió a Villadorada, donde consiguió que le contrataran de ayudante en la taberna, sacrificando la mayor parte de su sueldo por un catre en el que dormir (en el ático, que usaban como almacén). Pasaron los años, y seguía igual. A los veinte era todavía ayudante en la taberna, y no encontraba la manera de salir de aquella situación. De todas formas, no sabía qué haría con su vida si lo consiguiera, de modo que no puso mucho ímpetu en encontrar alternativas. 

Pero Diaco siempre ha sido ambicioso, en el fondo. Su asqueroso trabajo era, por alguna razón, lo único que le ahogaba los impulsos de romper sus ataduras y salir corriendo. Sin embargo, su naturaleza le delataba. Cada vez que tenía tiempo, salía de Villadorada y exploraba el Bosque de Elwynn o incluso los Páramos de Poniente. Se encontraba con gente de su edad, hacía trastadas con ellos y después volvía a su "casa". Cada vez, sus ganas de cambiar de vida eran mayores, y cada vez estaba más harto de sus superiores. Así pues, a los veinticino decidió marcharse una temporada. Lo hizo sin avisar, pero pretendía volver. No sabía que aquel viaje le cambiaría de una manera tan drástica.

Primero fue a Ventormenta. De allí a Forjaz. Desde allí empezó a viajar a pie. Tras días de viaje, llegó a las Laderas de Trabalomas. Allí escuchó en un campamento de comerciantes que el Muro de Cringris había sido destruido por los Renegados. Entonces recordó las historias que había oído sobre Gilneas, y la curiosidad volvió a picarle. Puesto que no tenía nada mejor que hacer -y ni de lejos quería volver a Villadorada-, volvió a coger el zurrón y se puso en marcha. Uno de los comerciantes le acompañó. Por el camino, en el Bosque de Argénteos, se encontraron con un viajero humano que también se dirigía a Gilneas. Por último, poco más allá del Muro de Cringris, se unieron a ellos un sastre y un caballero, que estaban allí por "investigaciones personales".

Lo que ocurrió más allá del Muro de Cringris a partir de aquel momento es otra historia, una historia que Diaco se niega a contar y continúa produciéndole quebraderos de cabeza. Por una parte le atormenta, pues hacía poco que los gilneanos habían combatido, y la zona todavía contaba con huargens rezagados, esas bestias que corrompieron a los habitantes de Gilneas y les obligaron a huir. Diaco nunca había visto a un huargen, pero cuando él y otros dos supervivientes de la pequeña comitiva improvisada consiguieron huir en barca por Puerto Quilla, se había convertido en uno de ellos. De pocas llegó vivo a la Cala de Faldir, en las Tierras Altas de Arathi. A partir de aquel día se vio envuelto en un sinvivir. Le costó horrores aceptar su nueva forma de vida, aceptar que era una de esas "bestias". Con el tiempo descubrió los verdaderos pros y contras de aquello. Así que, por otra parte, si no fuera por aquella maldición, no podría haberse convertido en mercenario.

Hizo trabajos de los que no se siente en absoluto orgulloso, pero con el tiempo ha conseguido encontrarse a sí mismo. Meses después de contraer la maldición, desapareció. Todo apunta a que cogió un barco a Rasganorte, pero nadie sabe exactamente dónde se encuentra Ojobruno.

Etapa como Mariscal de campo[]

Próximamente

Batalla por la Isla de la Conquista y retirada de la vida militar[]

El siguiente relato, publicado en el foro de Errantes, narra cómo Lobslide perdió su ojo derecho y decidió retirarse de la vida militar y el cargo de Mariscal:

El límite de una redención innecesaria

El regreso del tuerto[]

OjobrunoRetorno

Hace ya pocos meses que Lobslide apareció en Ventormenta, justo cuando tuvo tantos héroes de la Alianza y la Horda cruzaron el Portal Oscuro para viajar a Draenor y enfrentarse a la Horda de Hierro. Diaco lo vio como una oportunidad de oro, y se embarcó en una nueva aventura. Atrapado ahora en el salvaje mundo de Draenor, como el resto, ha conocido tras tanto tiempo gente afín a sus principios y modo de vida: los mercenarios de la Compañía del Este. Decidió unirse a la compañía para seguir viviendo experiencias con las que redimir su malgastada, que no trágica, primera juventud. Aún le queda mucho que vivir, mucho que cambiar, y prueba de ello es que ha dejado atrás el apodo Ojobruno, con el que le empezaron a conocer a partir de aquel fatídico día en la Isla de la Conquista.

Y, aunque nunca lo admitiría en persona, se alegra de al fin tener gente a la que llamar "amigos", o al menos, "compañeros". Tiene claro que su historia no ha hecho más que comenzar.

Apariencia[]

Diaco es alto en su forma humana y todavía más en su forma feral. Tiene la piel clara y el pelaje grisáceo. Es delgado, pero musculoso; no es débil, si bien la fuerza no es en lo que más destaca. Carece del ojo derecho, que siempre oculta con un parche. El otro permanece intacto, y sigue resplandeciendo con su color azulado. 

Carácter[]

Es un huargen bastante introvertido. La palabra que le define es, sin duda, independiente. Se mantiene fiel a la Alianza, su odio a la Horda sigue vigente, pero no se considera patriótico. Se guía por el interés propio, todo lo que hace es por sí mismo o por la gente que quiere. 

No habla mucho, probablemente nadie conozca sus secretos. Sin embargo, muchos han comprobado que en el fondo tiene un alma y un corazón bondadosos. Aunque su máxima prioridad sea él mismo, ha demostrado en varias ocasiones que se decanta por la justicia y puede llegar a ayudar a los más necesitados, si ello le aporta algún beneficio.

Familiares[]

  • Roger Lobslide
  • Melissa Lobslide (fallecida)
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