Nairalinde Brisáurea

Nairalinde Brisáurea

Información del personaje
Servidor	Los Errantes
Apodo	Nai, Naira, Linde, Rubia
Título	Gerente de la Rosa Eterna
Género	Femenino
Raza	Sin'dorei
Edad	151 años
Clase	Forestal
Alineamiento	Caótico Neutral
Ocupación	Modista, Estilista
Lugar de nacimiento	Aldea Corona del Sol, Quel'Thalas
Residencia	Ciudad de Lunargenta
Afiliación	La Rosa Eterna, la Horda
Estado	Viva

Trasfondo[]

Nairalinde nació en la Aldea de Corona del Sol, un pequeño pueblo thalassiano ubicado a la rivera del río Elrendar, fruto de una relación extramatrimonial entre un aristócrata anónimo y una vivaz sastre llamada Esmeldia, de orígenes plebeyos. Nairalinde fue concebida en el más estricto secreto en mitad de una noche otoñal, y la madre decidió abandonar a su suerte a la recién nacida para preservar su matrimonio con su esposo. Así pues, la anciana comadrona que había atendido el parto cuidó y crió a la joven Nairalinde, pero en Lunargenta, bien lejos de su verdadera madre y su padrastro. La joven niña con el tiempo demostró tener un arrollador carácter parlanchín, hablador, sociable y jovial, similar al de la madre que jamás conocería.

Niñez en una Lunargenta esplendorosa[]

Resultó ser que la comadrona, conocida como Althara, que cuidaba de ella cariñosamente era en realidad una reputada ladrona, y empezó a utilizar a la inocente Nairalinde para perpetrar diversos hurtos y timos, que la joven niña se tomaba como un entretenido juego en el que tanto ella como su abuela formaban parte.

Sin embargo, la anciana Althara no tardó en morir y dejó sola a Nairalinde, que por aquella época era todavía una adolescente prepúber que tuvo que empezar a trabajar como aprendiza de sastre en la Sastrería de Keelen Capas, ubicada en El Bazar de Lunargenta. Nairalinde frecuentaba los barrios bajos del Frontal de la Muerte, y pronto desarrolló una incontrolable aficción por los vestidos, las apuestas y el juego, con lo que terminó por jugarse locamente su propia libertad en una partida de cartas que le salió estrepitosamente mal.

Libertad, libertad, sin duda no la hay[]

Nairalinde tuvo que dejar su opresivo trabajo en la Sastrería de Keelen Capas y pasó a ser esclava... pero del Templo del Sol Eterno de la Ciudad de Lunargenta. El contrincante principal de Nairalinde resultó ser un sacerdote que frecuentaba los barrios bajos de Lunargenta con tal de extender la fe, y pronto trató de convencer a Nairalinde de que se sumara al credo beloriano, aunque ésta se mostró recelosa y se dedicó a las tareas más básicas del Templo: servir el vino y las comidas, limpiar, cocinar y ofrecer conversación a los sacerdotes y novicios mientras no rezaban o realizaban sus oficios. A los pocos meses, Nairalinde fue expulsada del Templo por el enfurecido sacerdote, que la echó a gritos llamándola "depravada casquivana" y puesta en la subasta de esclavos por el mismo clérigo.

Temple Concubine TCG — Nairalinde durante su etapa como esclava.

En aquella ocasión, no tuvo la suerte de caer en las manos de un benevolente sacerdote, pues un aristócrata thalassiano la compró para adornar sus fiestas. Nairalinde aprendió a tocar el arpa, el laúd, a cantar y a bailar. Al ser una de las esclavas más hermosas de aquel aristócrata, tuvo una vida de lo más fácil y cómoda en la que se pudo codear con la más alta aristocracia de Quel'Thalas, aunque siempre desde una perspectiva servil y educada. Finalmente, ahorrando un dinero sustancioso y vendiendo muchas de las joyas y premios que le otorgaban sus contentos espectadores, Nairalinde logró comprar de nuevo su libertad y se despojó de la argolla del cuello que la caracterizaba como esclava para siempre.

Ahora sí, ¡libre![]

Wow-art-blood-elf-and-phoenix — Nairalinde durante su etapa como forestal. Siempre mostró cierta predilección por los dracohalcones, e incluso suele usarlos como montura

Disfrutando así de recién adquirido albedrío, Nairalinde evalúo las varias opciones de trabajo que tenía ante sí. Debido a su complexión ágil y rápida, podía ingresar en los forestales, y calibrando entre ese duro trabajo o volver a la sastrería, Nairalinde decidió unirse a los Errantes, donde fue instruida en el manejo de las cimitarras, el cuidado de la naturaleza y el amor por la fauna y la flora. Siempre le fue muy dificultoso tirar con arco, y jamás se destacó en ello debido al volumen de su talle, impropio para una arquera.

A los pocos años volvió a ser expulsada, y cuándo por fin logró asentarse en la Aldea Brisa Pura, el Azote de Lordaeron atacó Quel'Thalas. Se sumó a la encarnizada defensa que ejercieron los forestales, pero cuándo vio a las filas de forestales romperse, decidió huir rápidamente hacia las zonas más rurales de Quel'Thalas, y refugiarse allí, lejos de la amenaza de la Plaga. Junto a un grupo de supervivientes que se escondieron también, evitaron a los trols amani y al Azote y volvieron a Lunargenta. Entonces, Nairalinde, expresando su devoción casi fanática por el Príncipe Kael'Thas viajó a Terrallende con los peregrinos y el ejército y trabajó como cantante, masajista y sastre. Tras descubrir la traición de Kael'Thas hacia los suyos y la alianza con la Legión Ardiente, Nairalinde decidió desertar de las filas de los Furia del Sol y escapó del Castillo de la Tempestad, liberando a varios presos en secreto, entre ellos a una draenei llamada Lysaara, con la que había trabado amistad.

La Rosa Eterna[]

Nairalinde volvió a la gran Lunargenta, para descubrir aliviada que la traición de Kael'Thas había calado bien hondo entre sus súbditos que ahora renegaban de él. Finalmente, Nairalinde, siendo incapaz de trabajar honradamente en una sastrería o de volver a los Errantes, resolvió crear una banda de ladrones secreta que operaría desde el Frontal de la Muerte. Liderada por sí misma, con el seudónimo de "Zorra Dorada", pronto la organización empezó a enriquecer sus bolsas y monederos perpetrando estafas, robos y timos, como en un homenaje a la anciana Althara que fue su tutora en el pasado durante su niñez.

Tiempo después, cuándo ya hubo rellenado más que sobradamente sus bolsillos, y habiéndose establecido en una casa nada desdeñable, Nairalinde decidió dar un último golpe para retirarse de la vida del latrocinio y el robo y reeducarse en la sociedad thalassiana con otra faceta. Decidida a ello, contrajo nupcias con un rico noble viudo, al que engatusó con unas pocas semanas de seducción y embaucación. No tuvo oportunidad alguna de tener hijos con él, ya que murió a los pocos meses y la herencia se dividió entre sus dos hijos, pero ella logró hacerse un hueco en el testamento del aristócrata. Quedó en suspenso la investigación acerca de la sospechosa muerte del patricio, cuándo, a pesar de que todo apuntaba a la bella y oportunista nueva esposa Nairalinde, las pruebas demostraron que fue la hija mayor del noble la que asesinó a su propio padre para impedir que Nairalinde se apropiara de la herencia. Las autoridades fueron debidamente sobornadas con una jugosa cantidad de oro por los herederos del aristócrata y el tema se archivó sin pena ni gloria para no volver a ser investigado.

World of warcraft blood elf hunter artwork soft desktop 700x1010 hd-wallpaper-1125199 — Nairalinde, forestal

Sin perder el desparpajo ni su arrolladora personalidad burlesca y alegre, Nairalinde participó bajo la milicia popular de Alah'Da en la Guerra de las Dos Hordas, donde luchó en la campaña de Durotar en el asedio de Orgrimmar durante meses bajo el inclemente sol. A su vez, fue destacada al frente del norte, en Vallefresno, en una unidad de forestales thalassianos compuesta por ella misma, el arquero Milvanyr y Velthariel Estrella de Sol que luchó incesantemente en los bosques de Vallefresno, donde Nairalinde se hizo con un Arcoluna propiedad de una Centinela caída en batalla. Tras finalizar aquella cruenta guerra, reunir varias "herencias" y cobrar la jugosa paga de la guerra que le tocaba, alquiló unas instalaciones en la capital y fundó su propio negocio de sastrería: La Rosa Eterna, una marca de moda, tendencias y ropajes asentada en Quel'Thalas y en los territorios de la Horda que se dedica a la venta de telas, ropas, sedas, cueros, cosméticos y perfumes, con el objetivo de embellecer el mundo. La sede central se encuentra en el Bazar de Lunargenta, pero dispone de sucursales en Orgrimmar y Bahía del Botín.

Actualmente es una importante sastre y diseñadora del panorama lunargentino, siendo reconocida por sus atrevidos diseños y ropajes, por su despampanante personalidad y por la alegría con la que despacha a la numerosa clientela que acude a su tienda día tras día.

Apariencia[]

Ante ti se encuentra una joven sin'dorei, que por su aspecto lozano denota una gran preocupación por su indudable y curvilíneo físico. Sus ojos, de un agradable tono verde esmeralda son grandes, expresivos y con un ligero asomo felino; aderezados con unas largas y espesas pestañas negras que le dan un encantador aspecto, con la raya negra siempre firmemente dibujada en los bordes y el lacrimógeno.

Sus cabellos son de un deslumbrante color dorado, con las puntas teñidas

LyaAA — Calidad, vestidos tradicionales y ante todo, estilo.

de un suave color rojo claro, que apenas se nota en la larga melena de la sin'dorei que siempre cuida y muestra con orgullo, cómo si se tratara de la melena de un orgulloso león en el cuerpo de una rugiente leona.

Su ovalado rostro en forma de corazón, se muestra perfectamente simétrico en todos los sentidos, con una pequeña nariz respingona y unos labios carnosos y grandes que Nairalinde siempre se afana en pintar en colores fuertes, merced de los cosméticos tan al uso en la sociedad thalassiana en la que tanto vive. Su delgado cuello de cisne, al contrario que el de la mayoría de mujeres thalassianas, no suele estar permanentemente estirado en un ademán orgulloso y soberbio.

Su cuerpo, per se de forma natural curváceo y deslumbrante, es la viva imagen de un cuerpo de contornos generosos, obnubilantes y dadivosos, siempre cubiertos con una ligera capa de seducción que esgrime cómo si fuera una espada. Al contrario que muchas otras sin'doreis, su forma de vestir es más abierta y deja adivinar curvas poco suaves y que dejan poco o ningún lugar a la imaginación.