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El Reposo del Blasón

 


Hacía semanas que Lautom había partido al norte solo, no había notificado los motivos de su partida y nadie sabía nada de él. En el trayecto, Lautom pensaba en el pasado, la gloria de su Casa había quedado vacía, sus ingresos se habían parado y tan solo le quedaba un título sin honor ni riqueza. 

La Casa Tyler en la antigüedad fue una de las casas nobiliarias más solventes e influyentes y parecía que iba a acabar como la más decadente y endeudada. Sin querer pensar en ello, Lautom se aferró a las riendas de su corcel y continuó su camino, no sabía que hacer ni a donde dirigirse, lo único que quería era retirarse de la vida pública y dejar a un lado las inquietudes que le atormentaban. 

En una noche calmada, Lautom viajaba a través del paso del norte atravesando el ruinoso puente Thandol. Veía un irónico símil entre el puente y su Casa, Los dos fueron construidos con esfuerzo y sangre alzándose por encima de los demás…y ahora solo eran unas ruinas del pasado, a merced del olvido. 

Continuó su paso, llegando a sus amadas Tierras Altas dándole un ataque de nostalgia al verlas, no pudo evitar expresar una amarga sonrisa, parecía que todo lo que siempre había amado desaparecía sin poder actuar, negó con la cabeza para sí mismo seguido de un leve suspiro con una mezcla de cansancio y pena en él. De pronto, en el camino se vislumbrada una silueta negra abatida, Lautom se acercó con cuidado mientras observaba a su alrededor con temor de que fuera una trampa. Al acercarse vio con sus propios ojos como la enigmática silueta era un hombre muerto con un puñal en la espalda, una corriente de sangre le recorría la espalda, terminando en un charco de sangre. 


Lautom no pudo controlar su pavor a la sangre, padecía hemofobia, algo muy embarazoso para él y que intentaba controlar, a veces tenía que retirarse de un combate con la excusa de estar herido o cansado por el temor el desmayarse en público. 

Cuando se calmó y se pudo recomponer, desmontó del caballo y se acercó lentamente al cadáver, parecía reciente. Cuando estaba frente al hombre se arrodilló y le examinó, parecía un caballero de las Tierras Altas, estaba desarmado y desprendía un olor a muerte. Impulsivamente se alejó del difunto, algo mareado y con el rostro pálido. 

Continuó mirando al cadáver con un rostro inexpresivo y silencioso, bajó la mirada levemente y cerró los ojos. Nunca había pensado en su muerte, en que pasaría si de pronto muriera por asesinato…o de forma natural. ¿Alguien le echaría de menos? ¿Su Casa quedaría en el olvido? ¿Alguien le recordaría? Innumerables pensamientos le vinieron a la cabeza seguida de una estremecedora angustia, nunca había sentido la sensación de inseguridad ante la muerte. 

Abrió los ojos y volvió a mirar al cadáver, por un momento se le ocurrió la idea de fingir su muerte, de olvidar el pasado…de olvidar las deudas y la intranquilidad. 

Volvió a acercarse al hombre y con la mano temblorosa se quitó el medallón de los Tyler, colocándolo en el cuello del difunto, seguidamente se quito el anillo con el blasón de su familia y lo posicionó en el dedo índice de la mano derecha del hombre. 

Se detuvo por un momento y se llevó la mano su frente sudorosa, inspiró con fuerza armándose de valor, sacó un fósforo de su bolsillo y lo prendió con rapidez. 

La noche menguaba y se iba levantando el viento, Lautom alzó la vista, contemplando el sol que se alzaba lentamente, bajó la mirada hacía el muerto y sin pensárselo dos veces desprendió el fósforo en los ropajes del difunto los cuales empezaron a arder en cuestión de segundos. 

Lautom se secó la frente con su pañuelo de seda mientras observaba al hombre consumirse ante él y la noche había desaparecido por completo. Dando un último suspiro, Lautom tomo las riendas del caballo y cabalgó a galope hacía el norte sin mirar hacía atrás. 

Más tarde el cadáver del hombre fue encontrado por una patrulla arathoriana, quienes no tuvieron que examinar demasiado para descubrir que se trataba de un noble al ver su medallón, más tarde gracias a un libro de heráldica pudieron descubrir de que familia provenía el supuesto noble. 

Pasaron días después de este acontecimiento, Lautom llegó a una avanzada Quel’dorei, donde decidió quedarse durante un tiempo para olvidarse del mundo, los Quel’doreis no rechazaron al hombre ya que le veían capaz de ayudar. En su estancia con los elfos, Lautom aprendió mucho de su cultura, incluso empezó a ver a Belore como su nueva deidad…

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