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Cirith'Thal
Imagen de Cirith'Thal
Información del personaje
Servidor Los Errantes
Género Masculino
Raza Kaldorei
Clase Cazador de Demonios
Alineamiento Caótico Neutral
Lugar de nacimiento Suramar
Residencia Desconocida
Afiliación Illidari
Estado Vivo

"El Camino al Averno está pavimentado de buenas intenciones"

Nota* Esta ficha ha sido reeditada acorde al lore actual debido a que la antigua era inexacta del 2012

Trasfondo[]

Paz y la Guerra de los Ancestros[]

Cirith nació en las afueras de Suramar en una aldea cerca de las montañas donde pasaría la mayor parte de su juventud. Debido a sus ojos llamativos de color lila su madre le puso de nombre "Cirith",nombre el cual años atrás la aldea había puesto a un árbol del mismo color que se encontraba cerca de una cascada en mitad del bosque. Tuvo una infancia tranquila y en paz. Aunque torpe para la escritura élfica, Cirith sabía como moverse entre los bosques de forma sigilosa y era muy hábil a la hora de la caza, ganándose el apodo en su aldea de "el de los píes ligeros". A medida que crecía se fue convirtiendo un experto a la hora de las plantas, la cual como a la mayoría de los elfos era su pasión natural, logrando remedios para curar heridas o debilitar animales salvajes. En su juventud Cirith conoció a una elfa proveniente de Vallefresno la cual era una aprendiz druida. Con el tiempo ambos se enamoraron, aunque la lejanía de sus hogares dificultó la relación haciendo que finalmente se establecieran en la aldea de Cirith teniendo un hijo al año siguiente, Kaithiriel.

Con el descubrimiento del Pozo de la Eternidad Cirith vio como se potenciaban sus habilidades, empujándole a entrenar y a desarrollar sus capacidades volviéndose más ambicioso. Debido a su agilidad centró sus dotes en el cuerpo a cuerpo, cuya arma preferida era una simple lanza de roble con la punta de hierro. Además decidió avanzar más allá en sus prácticas de herborista y empezó a estudiar alquimia, realizando varios viajes a la majestuosa capital élfica, ya que desde su punto de vista la aldea donde había vivido se le estaba quedando pequeña. Durante sus viajes a la capital, Cirith se daba cuenta de que no podía competir con sus residentes en la alquimia, aquellos que se hacían llamar los Bien Nacidos ya que tenían unos conocimientos sobre la magia y la ciencia superiores al resto de los elfos, esto le ocasionó que a menudo fuera despreciado y superado por ellos. Cirith también escuchó los rumores de la presencia del semi-dios Cenarius, el cual había cogido a varios aprendices, en este punto medio en el que se encontraba, decidió continuar su entrenamiento mientras avanzaba en la alquimia.

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En sus ratos libres a menudo acostumbraba a quedarse en la cascada junto al árbol que llevaba su nombre. Sin embargo en medio de la paz sus viajes a la capital fueron reduciéndose, en el interior de sus muros era tratado como un paria y como un ser inferior, por lo que la progresión de sus conocimientos alquímicos se detuvieron, haciéndole sentir una mezcla entre odio y envidia por aquellos "Bien Nacidos", este odio era disipado rápidamente por la presencia de su mujer y de su hijo. Debido al talento de Ciritih éste fue solicitado para servir en el Bastión del Cuervo Negro al servicio de Cresta del Cuervo como un centinela de la fortaleza, cosa que a menudo le distanció de su aldea y familia. La paz y el amor sufrieron un duro golpe cuando los "Bien Nacidos" en su apogeo abrieron el paso a los demonios, iniciándose la guerra. Ante esto Cirith entró en la Resistencia Kaldorei para plantar cara a los demonios mientras que su amada fue al norte con su hijo a alertar a las demás aldeas. Al despedirse de su madre, ésta le dio un anillo de madera del roble que llevaba su nombre para que no olvidara de donde venía. Finalmente en el ocaso del día Cirith partió al frente ,portando una simple lanza adornada con estrellas y una armadura de cuero. Su madre se quedó en la aldea mientras su padre había con él a luchar.

Cirith nunca había estado en un campo de batalla, por lo que no estaba preparado para lo que estaba viendo. Miles de demonios salían desde la capital elfa, Cirith estaba en el mismo escuadrón que su padre quien ya le había protegido varias veces de ser presa de los demonios. Los rumores decían que los demonios estaban arrasando las aldeas de los alrededores para desmoralizar a la resistencia kaldorei, cosa que sin duda afectó a Cirith. Acometida tras acometida Cirith sufrió varias heridas a manos de los demonios, uno le dejó el hombro en carne viva, dejándole una horrible marca. La resistencia llegó a los muros de la capital y empezó la verdadera lucha. Los demonios atacaban sin cesar pero la resistencia pudo penetrar en las murallas, fue en una de las plazas de la majestuosa capital donde Cirith observó impotente como su padre moría a manos de un infernal que le abrasaba la cara con la palma de su mano ígnea. Intentó buscar venganza pero sus compañeros se lo impidieron y le hicieron retroceder. Al ver la gran inestabilidad del Pozo de la Eternidad Cirith y sus compañeros se retiraron temiéndose lo peor. Por fortuna cuando el Gran Cataclismo aconteció el grupo estuvo lo suficientemente lejos para no sucumbir. La Gran Victoria contra los demonios fue vacía para él, más cuando al volver a su aldea vio que estaba destruida y con el olor vil recorriendo todo el campo. Ahí pudo encontrar a su madre ya muerta y ardiendo por el fuego vil. Cirith no podía ni acercarse al cuerpo debido a que el fuego se iba expandiendo lentamente, quizás fuese una última venganza macabra de los demonios. Cirith se enteró de que muchas aldeas del norte habían sido devastadas por la Legión, por lo que no albergó ninguna esperanza de que su amada y su hijo siguiera con vida. Por un momento Cirith pensó en suicidarse al ver como todo su mundo había sido barrido, pero tras recapacitar entendió que debía de seguir luchando.

Cirith fue a las tierras que habían quedado al norte las cuales solo había fuego y caos, vio como la gente huía hacía las tierras del oeste esperando que estuvieran intactas. Al avanzar pudo escuchar todos los gritos y alaridos de dolor, y entre ellos la voz de su hijo que gritaba sin descanso, Cirith fue corriendo y comprobó que el bebé estaba junto a su amada, la cual estaba ya sin vida debido a una herida de demonio. Cirith cogió a Kaithiriel en brazos y sin poder perdonárselo dejó a su amada atrás sin darla un entierro digno por el caos del momento.

Después de la Guerra de los Ancestros[]

Cirith llevó a su hijo hasta las tierras de Vallefresno, que como indicaban los rumores era un sitio seguro, en el camino tuvo que luchar por comer y dar de comer al pequeño. Pese a todo Cirith se alegró de no haber cometido la locura de suicidarse y se prometió que desde ese día nunca se daría por vencido. El panorama general era desolador, el olor pútrido vil se extendía por la zona incluso con la derrota de la Legión Ardiente. La gente intentaba huir lo más rápido posible, nada les quedaba ahí. Esto fue lo más difícil para Cirith, ya que le costaba asimilar que debía dejar atrás su hogar.

Una vez en Vallefresno pudieron descansar al fin, aunque continuaron viajando de forma más sosegada hacía Hyjal, ya que Cirith pensaba que no habría sitio más seguro que ese. Fue en el monte Hyjal donde se establecieron en las cercanías de Nordrassil. El recién creado Árbol del Mundo fue una buena señal de cambio para Cirith, aunque seguía temiendo el regreso de la Legión. También se alegró del desprecio que sufrían ahora los antiguos "Bien Nacidos" a los que responsabilizaba de todos los males. Cirith y su hijo se integraron en una pequeña comunidad con la esperanza de poder vivir en paz al fin. Durante casi dos siglos Cirith observó como su hijo iba creciendo hasta ser un niño, en ese tiempo aprendió a adiestrarse en las espadas y las dagas, probando también las gujas, todo con la esperanza de que no tuviera que volver a experimentar los horrores de la batalla.

La Guerra del Sátiro[]

Pasaron setecientos años donde Cirith vivió en paz en el Monte Hyjal, trabajaba como recolector de hierbas a la vez que elaboraba productos de alquimia para diversos usos. Su hijo Kaithiriel estaba entrando en la adolescencia y siendo entrenado por una elfa veterana que había sido en su día una gran centinela. Con la reciente amenaza de sátiros y el regreso de algunos demonios Cirith fue rápidamente a luchar a Vallefresno como voluntario dejando a Kaithiriel con una familia del poblado.

Participó en la batalla donde pudo destacar debido a su entrenamiento y experiencia. No podía creer que algunos elfos de la noche hubiesen sido corrompidos por la Legión, su furia se hizo notar en el campo de batalla, sin embargo su frenesí alcanzó el límite cuando sin notarlo un sátiro le sorprendió por detrás dándole un tajo profundo en la espalda, aún así siguió luchando hasta caer inconsciente casi al final de la batalla. La herida del sátiro mantuvo a Cirith en reposo durante más de un año sin poder moverse debido a un potente veneno que impregnaba las garras del demonio, por suerte la magia druídica hizo que poco a poco pudiera volver a moverse. Durante este tiempo Kaithiriel le estuvo cuidando. La victoria contra los sátiros supuso muchas bajas para los elfos de la noche, minando la moral del poblado de Cirith.

La Guerra del Mar de Dunas[]

Más de ocho mil años después, Cirith con su espíritu renovado va de voluntario a contener la amenaza de los qiraji, su hijo Kaithiriel también va por primera vez a la guerra con la desaprobación de su padre. Para evitar riesgos Cirith decide quedarse en la retaguardia con su hijo para protegerle en vez de ir al frente. Sin embargo pese a la primera victoria inicial y a la retirada de los qiraji se abre un doble frente con una emboscada de los inmundos insectos a la Aldea del Viento del Sur lo que obliga a mover a la retaguardia. Aunque aliviado de que el enemigo esta vez no fuera la Legión, Cirith no estaba preparado para esta nueva clase de enemigo que invadía la aldea con centenares de insectos. Por suerte para el grupo los refuerzos llegaron rápido y no sufrieron grandes pérdidas inicialmente. De aquel enfrentamiento Cirith se llevó un cristal qiraji que había pérdido su esencia mágica, con ese cristal creó un simple colgante a modo de amuleto el cual le dio a su hijo para que le trajera suerte.

Con el final de la guerra Cirith fue testigo en la lejanía de como se levantaban la barrera Mágica que se pasó a llamar el Muro del Escarabajo. Tras esto padre e hijo se retiraron de nuevo a su hogar, algo trastornados por los horrores que vieron en ese lugar.

Tercera Guerra, el Regreso de la Legión[]

Casi mil años después, Cirith pensó que nunca viviría otra guerra y que su hijo y los elfos por fin estarían a salvo. Con la llegada de la Legión Ardiente Cirith recobró sentimientos que hacía miles de años que no había sentido y se prometió que esta vez no dejaría que ningún ser querido muriese a manos de la Legión Ardiente. Entró a las fuerzas de resistencia élfica y luchó contra los demonios con toda la furia y rencor que habían vuelto en él. También se tuvo que enfrentar a los orcos corrompidos que veía por primera vez a los que trató como a sus iguales demonios. Kaithiriel también fue a luchar a pesar de que su padre se lo había prohibido, terminando juntos en un mismo escuadrón. El escuadrón contuvo a las fuerzas demoníacas mientras la avanzada tocaba el Cuerno de Cenarius para traer de vuelta a los druidas del Sueño Esmeralda. Debido a la increíble superioridad numérica se tuvieron que replegar hacia el interior de Hyjal.

Cuando los elfos, orcos y humanos se unieron Cirith no confiaba en ellos, ya que los veía muy susceptibles de corromperse, sin embargo tuvo que colaborar con ellos. En la defensa final del Árbol del Mundo Cirith vio como su hijo Kaithiriel caía en combate debido a que un acechador vil había atravesado su pecho con sus cuernos, haciendo que muriera al instante. Al ver su mundo desmoronarse por segunda vez y perder todo lo que una vez había amado, Cirith lleno de furia mató a los demonios que tenía a su alrededor y de nuevo tuvo que retirarse ante la avanzada demoniaca, sin poder olvidar a aquel demonio que le había arrebatado lo único que le quedaba por vivir. Con el triunfo de la Batalla del Monte Hyjal Cirith sediento de venganza se une a la expedición de Maiev Cantosombrío para dar caza a Illidan, que representaba lo más bajo a lo que podía caer un elfo de la noche.

Terrallende[]

Cirith entró a la Expedición de Maiev en Terrallende, un mundo completamente devastado. En ese mundo Cirith combatió junto a sus hermanos para matar todo rastro demoníaco que hubiese. Pero tras los tres años de búsqueda el cansancio hacía mella en Cirith, el cual sentía que no importaba cuantos demonios matase, siempre volvían con más furia. Esto desmoralizaba tanto a él como a las tropas de Maiev, empezando las primeras deserciones.

En el año siguiente un mundo dentro de contradicciones e inseguridades penetraron en la mente de Cirith, ver la muerte de todo lo que había amado había hecho que perdiera su paz para siempre. Al ver que ganando todas las batallas la Legión seguía avanzando, decidió que tenía que encontrar otra forma de combatir a los demonios, ya que así solo se estaba posponiendo lo inevitable. Los rumores de que algunos desertores habían ido a rendir lealtad a Illidan desconcertaban a Cirith, estas dudas se despejaron cuando las tropas de Maiev, ahora compuesta de elfos y draeneis, llegaron a Shattrath donde había rumores por todas partes de que Illidan estaba combatiendo contra la Legión Ardiente y estaba reclutando un ejército.

Esto fue más que suficiente para Cirith, estaba dispuesto a sacrificarlo todo y hacer un pacto con el mismísimo nuevo "Señor de Terrallende" para vengar a su familia y dañar de verdad a la Legión Ardiente. Una noche desertó del campamento con agilidad y sigilo haciendo que nadie notara su huida, no por nada le habían llamado en su juventud "el de los píes ligeros" Atravesó todo Terokkar hasta llegar a la zona desolada del Valle Sombraluna, del que había oído que antaño había sido un lugar de Luz y naturaleza, lo cual resultaba irónico.

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Cirith se abrió paso matando demonios y escondiéndose en las ruinas para continuar a su destino, el Templo Oscuro. Cerca de sus muros fue emboscado por un guardia vil, Cirith lucho con valor y lo logró derrotar, sin embargo apareció otro por la espesura y empezó a cargar contra él, sin fuerzas para resistir el embate intentó echarse a un lado. Al oír agonizar al demonio vio como detrás apareció una figura sombría con una venda que le cubría los ojos. Se trataba de una elfo de la noche, aunque por el olor que desprendía Cirith no sabía si seguía siéndolo. Cirith descubrió que aquella figura era un Cazador de Demonios y al contarle los motivos de su viaje el elfo accedió a llevarle ante Lord Illidan, el cual al ver el odio y venganza que albergaba Cirith le consideró válido para ser instruido. Illidan que una vez había sido considerado por Cirith el más bajo de los elfos de la noche le hizo cambiar su perspectiva y vio que él y su gente eran la única forma de hallar venganza y destruir a la Legión, por lo que Cirith se volvió uno de los aprendices más leales a Illidan.

Dos años antes de la Caída del Templo[]

Cirith ya había sido veterano y sabía manejarse bien con las armas ligeras, aunque no practicaba con las gujas desde que era joven, esto le recordó a cuando Kaithiriel practicaba con su maestra lo cual le hizo rabiar aún más. Las noches en el salón donde estaban todos los aprendices trastocó aún más a Cirith, el cual no podía conciliar bien el sueño. A menudo veía como más aprendices venían y aún más caían al no poder aguantar el ritmo o por la mera locura. El elfo que le había salvado la vida anteriormente se encargaba de instruir a Cirith, el cual aguantaba las pruebas con dificultad.

El aire vil y el ambiente fue ensombreciendo la figura de Cirith, quien en ocasiones se preguntaba si había hecho lo correcto al estar ahí. Fue progresando satisfactoriamente y pasó a tener su propia habitación, que se parecía más a una celda de manicomio que a otra cosa. La habitación se encontraba en el fondo de un pasillo donde podía ver por la ventana a orcos viles los cuales le hicieron recordar la Tercera Guerra y a volver a cuestionarse su situación continuamente. Día tras día veía muertos en los pasillos y gente que se suicidaba sin vacilar en sus habitaciones o tirándose por la ventana, esto hacía mella en el interior de Cirith y se replanteaba su propia cordura. También oía rumores de una "Gran prueba" en la cual la mayoría de los que la hacían morían de forma horrible. Esto atemorizaba a Cirith en su interior. Lo que más le hacía rabiar era el entrenamiento contra los demonios, que a menudo le había llevado dejarlos casi muertos por el odio incontrolable que sentía.

Al cabo de los meses por fin llegó la prueba para Cirith, el cual era el paso para aprender a ser un verdadero Cazador de Demonios, como todos antes que él se posicionó en el centro de un círculo mágico con runas y tras unas palabras del Traidor cayó inconsciente por un momento y tras recobrar el sentido pudo ver a un acechador vil delante suya el cual cargó hacia él. Cirith se echó hacía un lado y pudo esquivarlo por los pelos, tras esto se enzarzó en una trifulca donde finalmente Cirith le clavó una de sus gujas en la espalda abriéndole el lomo al demonio. Con la derrota del demonio Illidan cogió su corazón y se lo ofreció ordenandole que se lo comiera. Cirith vaciló un instante pero finalmente se lo comió sintiendo como todas sus entrañas se quemaban y el azufre invadía sus poros. Tras esto Illidan le ordenó beberse la sangre del demonio y Cirith se dispuso a hacerlo, bebió y se mareó hasta tal punto que casi perdió la consciencia de nuevo. Mientras notaba como su cuerpo se revolvía entero oía de fondo a Illidan pronunciar unas palabras mágicas en tono melodioso, estas emociones superaron a Cirith y finalmente cayó inconsciente de nuevo. Cirith se despertó y se dio cuenta de que estaba de nuevo en Hyjal, donde había acontecido la gran defensa contra los demonios en su segunda llegada. El campo estaba lleno de cadáveres y entre ellos, pudo ver el de su hijo. Cirith corrió hacía él pero de pronto de una pila de cadáveres salió el dichoso y más que odiado acechador vil que pretendía satisfacer su necesidad de matar, Cirith pudo echarlo hacía atrás a lo que fue respondido por el demonio como una carcajada en el interior de la mente de Cirith. El demonio le confesó que su nombre era "Thal" y que la muerte del hijo de Cirith le había dado un placer inconmensurable. Las palabras del demonio fueron como puñales envenenados para él quien se abalanzo para matar al demonio con sus propias manos. Tras un intenso combate Cirith resulto herido en el brazo por un cuerno del can, pero con el otro brazo fue capaz de arrancarle un cuerno y de utilizarlo como arma para clavarlo en el cerebro del demonio.

Aunque había matado al demonio sentía como en su interior algo brotaba, fue cuando se dio cuenta de que la verdadera luchaba estaba en el interior de su ser entre él y el demonio. De un momento a otro el lugar se oscureció y Cirith escuchó como de nuevo el acechador vil se acercaba a su presa, harto de su presencia se armó de valor en su interior y al contrario que otras veces fue el mismo a buscarlo. Al adentrarse en el bosque notó como el demonio saltó por encima suya, este tuvo buenos reflejos y lo esquivó tirándose hacia delante, sin embargo esta vez el demonio fue más precavido y dio otro salto hacia la espalda de Cirith, clavándole un cuerno en el hombro lo que hizo que se retorciera de dolor, el can se alejo y se puso a dar vueltas regodeándose de su victoria mientras susurraba en la mente de Cirith que pronto poseería su cuerpo. En el momento en donde el can iba a dar su golpe final Cirith cogió una piedra con una punta afilada y se la clavó en la garganta del manáfago matándolo de nuevo, tras esto utilizó la piedra para abrirle en canal y volvíó a comerse su corazón. Al hacerlo fue testigo de una visión que superaba las creencias de cualquier mortal de Azeroth, una visión transcendental y horrible con Cirith como testigo ocular, el cual no podía actuar. Esta visión le hizo perder toda esperanza, toda promesa de vivir. No podía seguir viendo la destrucción total pero por mucho que hiciera no había forma de que pudiera ocultar dichas visiones. Inconsciente de sus acciones y con la única motivación de querer dejar de ver las visiones se rasgó las cuencas oculares lo cual le produjeron un inmenso dolor y alaridos los cuales culminaron cuando se logró sacar las cuencas de los ojos con sus mismas manos. Tras hacer esto cayó esperando que hubiese muerto y que hubiese encontrado la paz.

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Cirith se despertó días después. Había superado el ritual y ahora oía la voz del demonio en su interior. Desde ese día se llamó así mismo Cirith'Thal para no olvidar en lo que se había convertido y quien era el culpable y al mismo tiempo su propia carga. En los días posteriores Cirith'Thal se replanteó la visión que había visto, esta visión le hizo perder toda esperanza y pensó en suicidarse, pero entonces recordó la llegada de la Primera Invasión de la Legión Ardiente cuando también estuvo a punto de acabar con su vida, y esto le dio fuerzas para seguir. Illidan le había dado una razón por la que luchar, una oportunidad para vengarse y unos poderes para proteger aquello que la Legión quería destruir.

Cirith'Thal vio su visión mejorada, aunque al principio le costó dominarla. También vio como sus habilidades habían mejorado y que su piel ahora estaba llena de escamas al palparla con la mano. A menudo que progresaban sus habilidades también evolucionaba su cuerpo, unos cuernos le sobresalían de su cabeza. Todo su cuerpo había cambiado. Pasó un año más entrenándose y ampliando sus tatuajes encantados hasta que estuvo preparado. Cirith'Thal participó en la invasión a Nathreza donde se llevó varias heridas causadas por los Señores del Terror, algunas de las cuales le dejó horribles cicatrices. Todas estas experiencias le hizo aumentar su lealtad hacia Lord Illidan y en el último día del Templo Oscuro no dudó en cruzar el portal hacia Mardum.

Mardum[]

Cirith'Thal atravesó el portal entrando en Mardum, la invasión había comenzado. Decenas de sus compañeros saltaron hacía los primeros demonios degollándolos al tiempo que los demonios en la lejanía se iban formando al notar la presencia de los cazadores de demonios. Cirith'Thal fue en la vanguardia asegurando la zona, las catapultas viles disparaban sin cesar impregnando algunas ascuas viles en la piel de Cirith'Thal. Logrando asegurar un puesto base para la retaguardia se quedó cubriendo la retaguardia mientras que un escuadrón se encargaba de sabotear las bases demoníacas. Una vez cumplida la misión se retiraron con la intención de volver al Templo Oscuro, sin embargo justo al salir del portal fue herido y capturado por la misma gente a la que antiguamente había servido.

Seis años después Cirith'Thal fue liberado por las propias centinelas para combatir contra la Legión, él y su gente pudieron salir de la Bóveda de las Celadores gracias al portal del archimago Khadgar a Ventormenta. Actualmente esta luchando contra la invasión demoníaca.

Apariencia[]

Observas a un Kaldorei con una notoria presencia de magia vil en él, detallándose en sus ojos en los cuales desprende pequeños resquicios de esta energía y los cuales están ocultados tras una venda imbuida en magia. Tiene un aspecto demacrado y un cuerpo corpulento y desarrollado. En sus pectorales destacan unos tatuajes rúnicos que le recorren todo el pecho y la espalda. Tiene una notoria cicatriz en la espalda debido a un profundo corte de antaño.

Va con el torso al descubierto dejándose ver las cicatrices hechas por demonios y una marca de quemadura vil en el hombro derecho. En sus antebrazos y nudillos lleva unos vendajes ennegrecidos por la suciedad y magia vil. Porta dos gujas llevas de runas que potencian las armas, tiene ampollas y heridas en los píes ya que va descalzo halla donde se dirige.

Illidan stormrage

Lleva consigo un zurrón en el que posee piedras de salud, piedras cuyo poder está agotado y un lote de pociones químicas variadas, en su cinturón le cuelga un pequeño libro con la tapa escrita en draénico.

Su piel es dura y escamada, tiene cicatrices de quemaduras viles en la mayor parte de su cuerpo. En su mano derecha lleva un anillo de roble encantado en pésimas estado debido a las condiciones y ennegrecido por el fuego. Lleva una faltriquera pequeña donde alberga todo tipo de hierbas de la zona.

Carácter[]

Cirith'Thal ha vivido muchas tragedias y se ha forjado un carácter solitario y duro, ha desarrollado una personalidad muy arisca y introvertida. Se caracteriza por ser una persona terca y difícil de tratar aunque debido a su difícil situación a lo largo de los años tiende a ponerse en el lugar del otro, ayudando en lo que esté en su mano siempre que la causa sea justa. 

Todo lo que ha pasado le ha llevado a renunciar a su propio apellido, ya que el considera que su legado ya está muerto y su única motivación es destruir a la Legión Ardiente. También se siente avergonzado y culpable de sus acciones en el pasado. 

Aunque en el pasado despreciaba la figura de Illidan, se ha vuelto un ferviente seguidos de su causa. No es hombre de muchas palabras, le gusta escuchar y entender a los demás teniendo así una gran capacidad de comprensión y detenimiento en sus acciones. 

Familiares[]

Elfo de la noche Kearion (Padre, fallecido)

Elfa de la Noche Nelethis (Madre, fallecido)

Elfo de la noche Kaithiriel (Hijo, fallecido)

Elfa de la Noche Leiyell (Esposa, fallecida)

Elfa de la Noche Immerlith (Compañera, viva)

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