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Karanthas Ocaso Estelar
Imagen de Karanthas Ocaso Estelar
Información del personaje
Raza Altonato
Edad 10.650
Clase Cazador de Demonios
Lugar de nacimiento Suramar
Residencia Zin-Azshari (Anteriormente)
Afiliación Los Altonato (Anteriormente), Los Illidari (Actualmente).
Estado Vivo

Trasfodo[]

Gloria e iluminación[]

Karanthas nació en la bella ciudad de Suramar hace ya 10.650 años. Se crió y se hizo adulto junto con su hermano menor Varis'than en la elitista sociedad de los Altonato, los maestros de la magia arcana de la Reina Azshara. Pese a tener la misma afinidad natural con la magia que sus predecesores, Karanthas disfrutaba especialmente en el arte del combate cuerpo a cuerpo. Tal pasión por esa disciplina combinada con sus habilidades arcanas hicieron de él un prometedor guerrero Altonato.

En el apogeo de la cultura kaldorei y con la expansión de estos por todo Kalimdor, se llegó a un estado de bienestar en el que los Altonato se dejaron llevar totalmente por su pasión y obsesión por la magia. En esos tiempos, las diferencias entre los Altonato y el resto de kaldorei se hicieron mas patentes que nunca, causando que la Reina Azshara se distanciara de estos últimos. Fue entonces cuando se requirieron mas Altonato para la guardia real de la reina, cosa que Karanthas supo aprovechar alistándose de inmediato. Él sabía que no había mayor honor para un Altonato que proteger directamente a su reina. La ascensión social y de poder estaba asegurada y la lucha por mantener el glorioso imperio kaldorei también. En cambio el camino de su hermano fue por otros senderos mas cercanos a la magia, Varis'than se convirtió en uno de los arcanistas mas capaces de la corte.

Destrucción y cenizas[]

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Karanthas como miembro de la guardia real de la Reina Azshara.

Fue en ese punto, en ese preciso momento cuando todo cambió. El mundo de perfección en el que vivía Karanthas se fue derrumbando ante sus ojos poco a poco pero sin fin. La traición de la reina Azshara, su reina, se descubrió y sumió a los kaldorei en la brutalidad de una invasión que parecía imposible de ganar. Intentó con todas sus fuerzas creer que no era así. No podía ser que la gloriosa reina Azshara los hubiera traicionado a todos por poder... pero así era. Toda una civilización condenada a la aniquilación por una sola persona sedienta de poder ilimitado. Sin duda el Pozo de la Eternidad había causado mella en ella y en la mayoría de Altonatos, las promesas de poder y magia los habían embaucado. Pero él no, Karanthas no era así. Él tenía unos principios, unos ideales, un código de honor. Y eso precisamente fue lo que hizo que abandonara a los suyos, a los que lo habían criado desde que tenía uso de razón, y se uniera a la lucha contra la Legión Ardiente. Prestó sus armas y sus habilidades a la Resistencia Kaldorei y pese a que al principio recelaron de él por ser Altonato, no vacilaron en aceptar su oferta de ayuda.

En el fragor del combate contra los demonios, Karanthas pudo ver como su hermano, Varis'than, se entregaba voluntariamente a la Legión Ardiente, siendo consumido por demonios. La desesperación causó mella en él. No podía creer lo que sus ojos habían visto. Su propio hermano, ofreciendo todo su ser, sin condiciones a un poder avasallador. Entonces lo tuvo claro: Ese poder, esa Legión, debían ser aniquilados. Por deber, y por venganza.

Zin-Azshari destruida, Suramar perdida bajo las aguas, el Pozo de la Eternidad destruido, los bosques quemados, millares de muertos... un precio demasiado alto para la victoria que obtuvieron los kaldorei. Karanthas lo sabía, lo recordaba cada día después de esa victoria pírrica, y se culpaba por ello. ¿Como era posible que no hubiera visto lo que tramaba la Reina y el resto de Altonatos? Varis'than... desaparecido en mareas de oscuridad y demonios.

Redención inalcanzable[]

Con el paso de los años los kaldorei empezaron a florecer de nuevo. Karanthas intentó integrarse lo mejor que pudo en el nuevo orden de las cosas, intentando ayudar como podía a su pueblo, o al menos él creía que lo era. Muchos le culpaban directamente de lo ocurrido por ser Altonato, otros le daban la espalda cuando intentaba ofrecerles ayuda en cualquier tarea. No estaba a gusto, por lo que decidió ir al ejército kalodrei y hacer lo único que se le daba bien... luchar.

En fragor de la batalla y la sangre de los enemigos hacían que Karanthas encontrara cierto alivio de sus pesares. Pero pese a los años de duras campañas contra los A'quir y de intentar redimirse a ojos del resto de kaldorei, estos le seguían escupiendo al pasar.

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Karanthas en su época de retiro en el bosque.

La ira le carcomía por dentro. Cuan desagradecidos eran por no apreciar su ayuda. Estaba harto y frustrado. Como si no tuviera suficiente con haber perdido a su hermano, sus ideales y sueños rotos años atrás... era demasiado. Decidió entonces aislarse del mundo. Se retiró a los densos bosques, se dedicó a cazar, a perfeccionar sus habilidades marciales para cuando hiciera falta. Cuando su pueblo necesitara ayuda, él acudiría, pero no estaba dispuesto a soportar mas humillaciones por ser lo que era, por ser lo que había sido...

Los años pasaron, las centurias se sucedieron. Una noche, Karanthas estaba acechando un oso enorme para cazarlo, era su dieta habitual en los bosques. Justo entonces lo notó. Exactamente la misma sensación de congoja que había notado hacía ya 10.000 años. Habían regresado.

Ira y venganza[]

Corrió y corrió por los bosques buscando a los suyos. Olió el fuego, notó la presencia de la magia vil y maldijo por sus adentros. Parecía que él y el resto de kaldorei estaban destinados a sufrir de nuevo el mismo reto y quizás con un final diferente... Rápidamente, Karanthas se puso al servicio del primer comandante que se encontró, y se fue presto al combate, con la palabra "venganza" escrita en sus ojos y en su alma.

Cuando llegó al campo de batalla pudo ver hordas demoníacas combatiendo contra las castigadas fuerzas kaldorei. Entre el fragor de la contienda pudo ver algo... alguien familiar. Si... era él, sin duda. Varis'than luchaba codo con codo con los demonios, despedazando a su propia especie, atacando a su propio mundo. La ira de Karanthas creció hasta niveles preocupantes, empuñó su espada curva y se lanzó directamente a por su hermano caído en desgracia. Ignoró las múltiples heridas que le causaron los demonios, el solo quería llegar hasta su hermano. Gritando de dolor y de furia, Karanthas llegó a la posición donde Varis'than se encontraba luchando y lanzando hechizos.

- ¡Traidor! - Gritó Karanthas mientras su espada descendía de forma precisa y metódica hacia el cuello de su propio hermano.

No hubo tiempo de reacción, ni gritos, ni lágrimas. El cuerpo de Varis'than cayó de rodillas mientras su cabeza iba rodando hacia un lado. La maestría de Karanthas era letal.

Cuando la batalla hubo terminado con la victoria kaldorei, Karanthas se mantuvo de pie al lado del cadáver de su fallecido hermano. El cuerpo mostraba claros signos de corrupción demoníaca, y el rostro tenía dibujado una perversa sonrisa mortuoria. Karanthas escupió al cadáver. No había pena, solo rabia e ira. Ansias de venganza por el papel que había tenido Azshara y la Legión Ardiente en corromper a su prometedor hermano. Lo pagarían con sus vidas. Todos ellos. Juró Karanthas. Por todos los medios posibles...

Decisiones[]

Karanthas volvía algo cabizbajo y furioso a su morada en el bosque cuando, en medio de un claro bañado por Elune, vislumbró un ser monstruoso. Sin duda era él, había oído muchas historias. Alas terroríficas, cuernos infernales, una venda ante sus cuencas vacías... Era Illidan Tempestira. El que combatía el fuego con fuego. El que utilizaba el mismísimo poder de la Legión en contra de esta. No tenía sentido para Karanthas.

Se acercó al claro, sin intención de ocultarse y entró en su zona mas despejada, donde Illidan, de cuclillas, parecía observar el suelo con mucha calma. Se acercó a él y entonces el Traidor se levantó despacio, extendiendo sus alas a sus lados, mirando fijamente a Karanthas. Lo analizó, tanto su mirada como su cuerpo. Karanthas se mantuvo estoico y no desvió la mirada cuando Illidan lo inspeccionaba. Ambos empezaron a trazar un círculo en el claro bañado por la luz de la luna, se evaluaban uno a otro.

Karanthas pudo apreciar que pese a que estaba ciego en la forma mas literal del término, Illidan podía ver. Y al igual que ocurría esto, también Karanthas pudo observar que en el rostro del Traidor solo había... ira y venganza. Igual que... él mismo. Pero Illidan, a diferencia de el, mostraba determinación.

Illidan entonces esbozó una sonrisa burlona, se giró y se fue sin mas, adentrándose en la oscuridad del bosque. No había nada de lo que hablar. Ambos se habían entendido a la perfección. Karanthas lo tubo claro, ya tenía un método para aprender a encauzar su ira para conseguir su venganza. Venganza contra los que le habían corrompido y arrebatado a su hermano, el único familiar que alguna vez tuvo contacto con él. Y venganza a su vez contra su propio hermano, por dejarse seducir.

Tierra de muerte y renacimiento[]

La frustración y la ira llevaron a Karanthas hacia el hogar del Traidor. Esa inhóspita tierra llamada Terrallende, y anteriormente Draenor era el sitio donde se enteró que preparaba a todo aquel que desease atacar a la Legión Ardiente dondequiera que estuviera. Esa filosofía le gustaba a Karanthas, ya estaba harto de esperar el golpe de gracia en su mundo natal.

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El Templo Oscuro, fortaleza de Illidan y de sus illidari.

Sus decididos pasos lo llevaron hasta el Templo Oscuro, bastión de los seguidores de Illidan y de su señor. Decidió colarse por un lateral de la muralla no muy vigilado, quería llegar a Illidan antes de que cualquier guardia lo pillara, mas valía ser precavido. Karanthas se deslizó con un sigilo bastante torpe hacia el interior del complejo, pero lo consiguió, no fue detectado... o eso creía. Justo cuando llegó a la base interior de la muralla se encontró con dos seres bastante parecidos a Illidan. Lo miraron de arriba a abajo y uno de ellos señaló un edificio, debían de ser los barracones. Karanthas se dirigió hacia el edificio mientras los dos seres se reían con voces demoníacas.

Después de haber pasado una noche en la que no durmió a causa de los gritos y la paranoia que asolaba los barracones, se alineó en el patio junto a los otros aspirantes. Había tanto kaldorei como sin'dorei. Se les dijo de buen principio que solo uno de cada cinco viviría para convertirse en cazador de demonios. Eso pareció desanimar a alguno, pero no a Karanthas, su ira recorría su sangre y se juró a si mismo que sería uno de esos pocos elegidos.

El entrenamiento físico empezó. Duró días, semanas, Karanthas no podía calcularlo con exactitud, le hicieron llegar a sus límites, tanto mental como físicamente. Esos primeros días ya murieron algunos de los aspirantes, eran débiles. Lord Illidan supervisaba el entrenamiento desde lo alto del templo, pero dejaba a sus lugartenientes hacer el trabajo que debían hacer.

De los 50 que eran en el barracón de Karanthas, ya solo quedaban la mitad aproximadamente. Fue entonces cuando se decidió que el grupo debía pasar la prueba mas letal y decisiva: el Ritual.

Los aspirantes se reunieron en el patio, y en el centro de este había un círculo con unas intrincadas y complejas runas que brillaban de manera enfermiza en el suelo. El maestro del ritual contempló los aspirantes que quedaban y dijo:

- ¿Quien será el primero? - Su voz parecía de otro mundo, seca... poseída.

Karanthas no lo dudó y fue el primero en avanzar un paso para separarse de la hilera de aspirantes. Quería ser el primero, debía serlo. El maestro lo vio, asintió secamente y le señaló el círculo con runas. Karanthas inspiró profundamente y pisó las runas de uno de los extremos del círculo.

El maestro inspeccionó a Karanthas. Lo había analizado desde que llegó hacía muchas semanas y sabía que debía hacer con el. El cazador de demonios invocó de las profundidades abisales un guardia vil, uno de los siervos mas letales de la Legión en el campo de batalla, uno de sus soldados mas feroces.

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Un Guardia Vil parecido al que derrotó Karanthas en su ritual.

Cuando vio al demonio, Karanthas abrió sus ojos de felicidad enfermiza al comprobar que podría aniquilar a un demonio por primera vez desde que murió su hermano. Quería matarlos a todos, ansiaba hacerlo, la ira y el furor se apoderaron de él, y antes siquiera que el guardia vil se lanzara al ataque contra el, Karanthas ya estaba cargando con su espada a por el letal demonio. El guardia vil intentó bloquear el ataque del elfo, pero Karanthas hizo una finta y en vez de acometer con un tajo vertical en el último momento y demostrando extrema agilidad, cambió la orientación de la espada y partió el demonio horizontalmente a la altura del pecho. El guardia vil cayó partido en dos al suelo y al ver como aun parpadeaba y gemía, Karanthas le clavó la espada en el cráneo. Cuando el demonio exhaló su último aliento, recogió la espada y se quedó mirando a su mentor, se dio cuenta de que tenía una sonrisa en la cara.

- Bien, Ocaso Estelar, bien... Ahora, toma el corazón del demonio y cómetelo.

Karanthas no sabía muy bien que pensar. Eso no entraba en sus planes y mucho menos en su imaginación. Pero no era momento de hecharse atrás, había sido el primero en ofrecerse, y debía dar ejemplo, no debía mostrar duda o temor. Así que se arrodilló al lado del cadáver del guardia vil, introdujo sus manos en el tronco del demonio, por la parte seccionada, rebuscó un poco, y después de unos sonidos viscosos consiguió extraer el corazón humeante y corrupto del demonio. Apestaba a muerte y putrefacción.

Sin mostrar el mas mínimo asco, Karanthas lo tomó con su mano derecha, y aun arrodillado, se lo llevó a los labios. Ardía, desprendía fuego. Se obligó a si mismo a masticar ese asqueroso órgano impío y a tragárselo con todas sus fuerzas. Tardó, tardó bastante, pero al cabo de un rato y de notar como los restos del demonio se adentraban en su ser, lo consiguió. La sensación fue muy desagradable. Las ganas de vomitar lo ingerido aumentaban pero se dijo a si mismo que no debía hacerlo, debía aguantar.

- Su sangre, bébela también, Karanthas.

Esta vez ya no dudó. Karanthas cortó la cabeza del demonio, y aprovechando el orificio de entrada de su hoja, inclinó el cráneo hacia un lado y dejó que el espeso icor sangriento descendiera hasta sus labios, boca, garganta y estómago. No fue agradable, fue terriblemente doloroso y asqueroso, pero aguantó todo lo que pudo.

El instructor no dijo nada mas, se limitó a observar al aspirante Karanthas. Este se hallaba de rodillas, aun con el cráneo demoníaco en su mano derecha, y entonces lo notó, la primera convulsión. ¡El demonio no había muerto, ahora intentaba ganar la batalla desde dentro de el! Después de la primera, otra, y otra... Karanthas se llevó las manos al estómago en un futil intento de mitigar el dolor, pero era inevitable.

Karanthas notó como se desplomaba hacia un lado y su visión se consumía por momentos. Cerró los ojos y al abrirlos vio la Legión Ardiente en toda su temible gloria. Vio todos los mundos que destrozó en el pasado y todos los que podía llegar a destruir. Vio un Azeroth corrompido por la magia vil, vio a su hermano de nuevo, corrompido hasta la médula, sonriéndole y tentándole con que se uniera a ellos. Vio todo eso y mas, vio millares de mundos, estrellas nacer y morir, sangre, magia vil, demonios por el universo... Sargeras. Todo era un torbellino y la cordura se le estaba escapando de las manos. Fue entonces cuando lo hizo. Se arrancó con sus propias manos sus dorados ojos para no ver mas esa visión maldita. Cuando acabó de hacerlo, entre gritos de dolor y locura cayó inconsciente al suelo. Días después el mismo maestro que lo había asistido en su ritual le habló desde la oscuridad:

- Ya eres uno de nosotros Ocaso Estelar, eres un illidari.

Sangre a través de las estrellas[]

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Mardum.

Karanthas contribuyó a las ofensivas de Illidan en Nathreza y Mardum, destacándose como uno de los mas fervientes seguidores de este. Las campañas contra los mundos de la Legión hicieron que Karanthas afilara aun mas sus habilidades marciales y practicara mas la faceta magica del combate.

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Karanthas dentro de su prisión en la Cámara de las Celadoras.

Después de verse atrapado como muchos otros illidari por las celadoras de Maiev Cantosombrío al caer Lord Illidan en Terrallende, Karanthas ha sido recientemente despertado de su largo letargo para combatir una vez mas a la Legión Ardiente, y esta vez al lado de los que siempre desaprobaron la forma de actuar de los cazadores de demonios. ¿Quizás ahora entienden su sacrificio? ¿O es solo necesidad? El tiempo dirá.

Actualmente[]

Se ha visto a Karanthas combatir contra las recientes invasiones demoníacas en los Reinos del Este.

Recientemente, el Alto Mando Illidari lo ha destinado a la Vanguardia Illidari, una selecta unidad de Cazadores de Demonios totalmente leal a Illidan Tempestira y a sus ideales.

Apariencia[]

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Karanthas hoy en día.

Karanthas mide 2'20m, su piel antes de la comunión con el demonio era de color azul pálido, pero ahora se ha tornado del color de la tierra quemada, como la piel de un dragón. Posee una larga melena blanca, es uno de los pocos rasgos que lo delata como Altonato después de los numerosos cambios que ha sufrido su cuerpo. Tiene algunos rastros de escamas en el abdomen. Los tatuajes que recibió durante su entrenamiento después del ritual son del color verde oscuro para reterner el demonio dentro de el y potenciar su poder. Al pasar el tiempo, Karanthas ha adquirido unos cuernos demoníacos como muchos cazadores de demonios. En vez de ojos, ahora tiene un par de orbes de fuego vil que arden de forma imperecedera en sus cuencas vacías. Se tapa dichos orbes con una sencilla cinta. Va armado siempre con dos gujas.

Carácter[]

Aunque en batalla es un ser despiadado y sagriento, tiende a analizar a sus rivales y siempre busca aprovechar sus puntos débiles. Cuando no lucha es taciturno, de pocas palabras y nada sociable. No le gusta el trabajo en equipo, prefiere hacer las cosas por su cuenta. La venganza por lo visto en Azeroth ha sido sustituida por el conocimiento de que la Legión Ardiente es extremadamente poderosa y necesita ser aniquilada. La ira y la venganza ya solo son recuerdos que solo sirven para potenciar el odio hacia la Legión, no son el fin.

Familiares[]

Elfo de la noche

Varis'than (Hermano, fallecido durante la 3ª Guerra)

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